Año Nuevo 2004
 
El día es claro y hace frío.
El sol, el filo de un vidrio roto.
Escuálida y blanca sobre la hierba, la escarcha.
El aire parece cristal fino,
al cruzarlo se rompe.
 
Ahora llegará, lo sabes.
No sabes qué, escuchas, todo lo anuncia.
Quizá un mensajero,
un nuevo sentimiento, pensamiento,
otro corazón o un cerebro en flor
abriéndose, una flor de Pascua,
algo rojo vivo sobre el blanco de la escarcha,
algo incandescente, algo cálido y que cobije,
e increíblemente abierto y ancho.
 
Ahora tiene que llegar, claro y alto
en la silenciosa blancura invernal,
campanadas, masas de aire ondeando
que nos llevarán, sin cesar,
ellas mismas llevadas en el amplio
afán irresistible, en nuestra extensión completa
y la del imparable espacio eterno
del universo todo, empujado, maravillosamente,
esta nevasca ciega cegadora
en la cual nada o nadie sabe
por qué, adónde.
 
Me doy cuenta de que este poema es invernal. Hace frío aquí, tenemos menos 2 grados Celsius, la escarcha blanquea la hierba. Da un otro sentido de la vida que el calor y el sol, ni peor ni mejor, simplemente otro. El frío nos forza a vivir más en el interior, encerrados en la casa y en nosotros mismos. Puede ser más sentimiento que realidad, incluso en el interior hay una vida social, pero es otra, a causa del clima.
 
Un cordial saludo,
Fa