29 Enero 2,002
CIUDAD DEL
VATICANO (AFP/AP).- El Papa Juan Pablo II, pidió ayer a los abogados negarse a
aceptar procesos de divorcio alegando la objeción de conciencia, por considerar
que la disolución matrimonial siempre está mal y es contraria a la justicia.
"Quienes trabajan en causas civiles deben evitar estar implicados
personalmente en todo lo que represente una cooperación con el divorcio",
afirmó en un discurso ante los jueces y abogados del Tribunal Eclesiástico de
Apelación de Rota.
El Pontífice dijo que sus declaraciones se aplican a todos los casos de
divorcio y no solamente a los que involucran a católicos.
Afirmó que la indisolubilidad del matrimonio es parte del orden divino y
natural y, por consiguiente, de aplicación universal.
Juan Pablo II calificó al divorcio como una herida en el cuerpo social.
"(El divorcio ha tenido) consecuencias devastadoras que se propagan por el
organismo social como una herida ponzoñosa" y ha infectado a una nueva
generación, expresó.
"La indisolubilidad del matrimonio no sabría ser considerada como una
simple elección privada, tratándose de uno de los fundamentos de la sociedad
entera".
Reconoció que podía resultar difícil para los jueces no implicarse en los
procesos, porque la reglamentación que regula sus actividades no les da el
derecho a la objeción de conciencia.
Mis comentarios:
Nos topamos nuevamente, con una posición medieval y anacrónica, por parte de su santidad Juan Pablo ll.
La postura dogmática del sumo Pontífice, al tratar de imponer su criterio en el ámbito del derecho civil, y sobre personas ajenas a la fe católica, nos muestra la faceta intransigente e intolerante de este Papa.
Esperemos que el próximo Papa, nos dé una muestra de caridad cristiana, y un ejemplo de racionalidad y comprensión.
Por otra parte, le recordamos, que las personas que no se han casado en la fe católica, no han recibido el sacramento del matrimonio. Y por lo tanto, desde el punto de vista teológico, el divorcio no disuelve nada. Al contrario, el divorcio en ese caso, solo termina una unión ilegítima, por lo que es una acción moralmente positiva.
Tan-tan.